Problemas para los vigilantes de atuneros españoles en el Índico
Dom 11 Sep 2011, 8:40 pm
Esto es un polvorín” aseguran a El Confidencial
Digital fuentes de la patronal de vigilantes marítimos desplegados en atuneros
que faenan por las costas de Somalia. Denuncian que la situación laboral en la que
se encuentran es “extrema”.
En primer lugar, destacan que las empresas de seguridad que les contrataron no les están pagando lo acordado en su momento. A los 5.100 euros que les dijeron que percibirían mensualmente se les han ido restando diversos complementos y retenciones hasta llegar a los actuales 3.306 euros al mes.
Las empresas les han transmitido que este recorte tiene una explicación “se han ido ajustando las tarifas con los armadores”. Sin embargo, los vigilantes dudan de esta versión y aseguran que los precios del servicio están cerrados “desde hace dos años”.
Preparación insuficiente
Según la quejas recogidas por ECD de los propios vigilantes, su preparación en
el uso de armas de guerra largas –ametralladoras MG y fusiles HK- “ha sido
insuficiente”. En el ‘Manual de actuación para los atuneros que faenan en el
Índico’ se indica que los entrenamientos con armas largas “se harán una vez al
mes con diez cartuchos para cada vigilante”.
Además, tal y como sugieren, este tipo de seguridad debería estar encargado a compañías militares privadas (PMC en sus siglas inglesas), ya que el negocio de los atuneros en el índico no puede tener a su cargo vigilantes “como si de un supermercado o una gasolinera se tratase”.
Estrés generalizado
“Estrés”. Así es como califican los vigilantes sus periodos de embarque en los
atuneros del Índico. En algunas ocasiones ha llegado a tal punto que, como
confiesan a ECD, se han dado episodios de enfrentamientos entre los miembros de
seguridad y la tripulación del grupo. Incluso amenazas con las armas montadas.
Ante estos sucesos, “las empresas no han hecho nada” denuncian.
Aseguran que están “sobreexplotados” y que cuando vuelven a España apenas tienen un día y medio antes de reincorporarse a sus puestos de trabajo anteriores. Su estancia en los barcos tampoco resulta cómoda, ya que indican que los habitáculos donde duermen no se encuentran en condiciones óptimas “ni de higiene ni de espacio”. Denuncian que están “hacinados” entre tripulaciones que superan la capacidad permitida para el barco.
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